Capítulo 409

Sofía terminó de arreglar la cama y preparó todo para la noche antes de salir del cuarto de Gerard, “Hermano, descansa temprano.”

Por supuesto, hermanita, también descansa. Nos vemos mañana.” La sonrisa de Gerard era tan radiante que sus labios permanecían curvados toda la noche.

Después de que Sofia se fuefa, Gerard se estiró cómodamente en la cama, disfrutando del confort. “Qué cómodo es, la cama que prepará mi hermana es mucho mejor que la de cualquier hotel.” En San Bernat siempre se había alojado en hoteles, pero esa noche se tentía como si hubiera vuelto a casa, a una habitación pequeña pero acogedora.

Al volver a su habitación, Sofía encontró a su esposo, Rafael, visiblemente molesto, revisando su celular apoyadó en la cabecera. Su expresión decia claramente, “Estoy enfadado, ven a consolarme.

Sofía se acercó, puso una sonrisa y preguntó: “¿Por qué aún no te has ido a dormir?”

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Rafael continuó concentrado en su celular. Sofía se rio ligeramente y no le dio mayor importancia, decidiendo irse a duchar. Para su sorpresa, al salir del baño, encontró a ese hombre, tan infantil, ya metido en la cama y con las luces apagadas, dejando solo la lámpara de la mesita

encendida para ella.

Sofia, entre risas, se acercó a la cama y se metió bajo las sábanas.

Rafael, dándole la espalda, en realidad no estaba dormido. Escuchaba cada paso de Sofía al volver a la habitación, cada movimiento al subirse a la cama y el sonido al apagar la luz. Todos esos detalles llegaban a sus oídos claramente.

En la oscuridad, la respiración de ambos se sentía más intensa. Sofía susurró, “Rafa, ¿ya te dormiste?No hubo respuesta. “¿Estás molesto porque encontré a mi familia?, ¿no te alegras por mi?” dijo Sofía con tono triste y reprochante. De inmediato, desde la oscuridad, la voz de Rafael sonó sofocada, “No es eso.”

Sofía se giró y lo abrazó por detrás, su pecho contra la espalda de él, diciendo con dulzura, “Sabía que mi esposo se alegraría tanto

como yo.

Rafael solto un suspiro casi imperceptible, dándose cuenta de que estaba completamente enamorado de esa mujer. Agarró la mano traviesa de Sofía que jugueteaba a su espalda y, girándose abruptamente, quedaron cara a cara. Solo la luz de la luna les permitía vislumbrarse en la oscuridad, y mientras Rafael trataba de contenerse, la tensión entre ellos crecía.

Sofía, aún sonriente frente a la seriedad de Rafael, se acercó provocativamente, su aliento caliente chocando contra el rostro de él, desatando una tormenta de deseo en su interior.

Sin percatarse del peligro, Sofía se inclinó y depositó un rápido beso en los labios de Rafael, para luego retirarse. Rafael, sorprendido y con voz Tonca por la emoción, apenas logró decir, “Estás jugando con fuego.”

A pesar de la sonrisa de Sofía, sus manos continuaron explorando, comentando juguetonamente, Estás tan duro, como una piedra.” De repente, Rafael la volteó, quedando él encima, Ya no tienes escapatoria.” Su voz, cargada de una tensión sexual palpable, anunciaba una noche de pasión inminente.

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